miércoles, 17 de agosto de 2016

0031 CASA DE LA MUSICA MEXICANA


El recorrido acerca del espacio y inmueble que hoy ocupa la Casa de la Música Mexicana ubicada en la calle Francisco González Bocanegra #73 en la delegación Cuauhtémoc, es extenso pero prolífico; primero el lugar tienen antecedentes prehispánicos que nos llevan al barrio o mejor dicho “calpulli” que significa a la orilla del bordo: en este sitio estaba Atenantitech, uno de los 19 barrios de la ciudad de Tlatelolco, fundada allá por el 1337 por un grupo de Mexicas que se separaron de Tenochtitlán. Justamente allí es donde Cuauhtémoc el último tlatoani dirigió los últimos esbozos de lucha contra los invasores españoles, cabe mencionar que el barrio estaba habitado por la gente de nobleza de Tlatelolco.

Durante el virreinato, el paisaje se transformo notablemente sin embargo, algo de lo que alguna vez ocupó el México prehispánico continuo inamovible y este fue el nombre con que se le conocía al todavía celebre barrio de Atenantitech, que en 1977 se convirtió en Parroquia. 
En la segunda mitad del siglo XIX, con la llegada de la industrialización en México la zona se permeó de construcciones de fábricas de todo tipo provenientes de los dueños extranjeros que radicaban en el país. Es así como el terreno se convierte en una fundidora de metal llamada “Talleres del Coro” donde se producían ruedas y armazones para carretas que eran utilizadas como el medio de transporte ideal de la época.

Enseguida durante la fecha de 1929 este barrio albergó lo que fue la fábrica de hilados y textiles “Mexican Silks Mill Co.” Que años más tarde se declaro en quiebra y la fábrica pasó a manos de los trabajadores que tiempo después la cerraron en 1987 definitivamente.

El edificio durante el terremoto del 86 sufrió graves daños, por ello el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), procedió a rescatarlo en 1988, durante la restauración del inmueble se encontraron ornamentos y vestigios de lo que fuera la cultura que antes habitó Tlatelolco, gracias a lo cual se decidió abrir dentro del lugar un museo de un sitio base de asentamiento donde se encontró una zona de inhumación con 56 entierros, así como collares, alfarería y algunas herramientas de uso domestico. Tiempo después parte de la casa fue dada gracias a los esfuerzos de una asociación civil naciente que la quería para poner en marcha el proyecto de lo que hoy es la Casa de la Música Mexicana.

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