miércoles, 20 de julio de 2016

0004 CON AROMA AL MAR









La gran distribución de productos del mar se ha centrado en la ciudad de México durante muchos años, primero en el mercado de La Viga en el distrito de Iztacalco y ahora en el mercado de La Nueva Viga en Iztapalapa. La razón principal del mercado de productos del mar se encuentra en la capital, en lugar de en una ciudad costera, es que la Ciudad de México tiene una larga historia de ser el centro económico del país. Desde tiempos prehispánicos, gran parte de los pescados y mariscos y otros productos ya sea terminado o ha pasado por aquí. La gente de la zona de Ciudad de México también se han acostumbrado a disfrutar de la recompensa proporcionada por la casi totalidad de los estados, por lo que la demanda de productos del mar es mayor aquí. El primer mercado de La Viga se estableció cerca del canal de La Viga, que lleva el nombre de una hacienda del siglo 19. En el siglo 19, esta zona estaba llena de tierra secado, con islas artificiales llamadas “chinampas” y canales, como La Viga, que comunicaba Chalco y Xochimilco , que todavía tenían sus lagos, al puerto lacustre de San Lázaro, cerca del centro histórico de la Ciudad de México.

A fines del siglo XIX los habitantes de los pueblos que hoy son las delegaciones Iztapalapa e Iztacalco vivían en varias localidades rodeadas de chinampas y comunicadas por una amplia red de canales, entre los que destacan el canal Nacional, el canal de Apatlaco, el río de la Piedad y el canal de Tezontle, entre otros. Pero el principal canal es el antiguo La Viga, que fluía desde el canal Nacional comunicando a Xochimilco, Chalco y Texcoco, llegaba hasta el mercado de la Merced llevando a muchos paseantes a la zona de Santa Anita. El nombre de La Viga se toma de un rancho que se ubicaba a un costado del canal; esto no duro mucho, pues en 1903 cambia la división política del Distrito Federal y se mandó a cegar el canal para construir una nueva vialidad dando origen a la actual calzada de La Viga, al lado de la cual surgieron industrias y asentamientos de población años después. El virrey Juan Vicente de Güemes encargó la construcción de un camino que lo bordeara; la sociedad novohispana lo conoció como el Paseo de la Viga. De acuerdo con la historiadora Virginia González, en este espacio se colocaron por encargo puestos con antojitos, pulquerías provisionales y un gran número de trajineras con música a bordo que se encargarían de transportar a los visitantes por el canal: el lugar se convirtió en toda una atracción. Lo que uno daría por viajar de regreso en el tiempo para encontrarse con la Venecia a la mexicana

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